La Tamborada de Hellín, en la provincia de Albacete y en la región de Castilla-La Mancha, es una de las muestras más singulares y de participación más multitudinaria de toda la geografía española, y sin duda una celebración mundial única en cuanto a la participación de tambores se refiere.
El redoble de unos veinte mil tambores (la mayor concentración de este instrumento en el mundo) se da cita en unos días muy señalados de la Semana de Pasión, durante una Semana Santa en la que el rito ancestral del tambor se configura como una manifestación dual de religiosidad y festividad en su máxima expresión. Todo ello en una población que cuenta a lo largo del año con algo menos de treinta mil habitantes y que en estos días recibe tanto a los hijos de la tierra como a los forasteros con los brazos abiertos, tal es su carácter hospitalario, característico del pueblo hellinero, puesto de manifiesto más si cabe durante la propia celebración de las tamboradas, en las que a nadie le han de faltar unos palillos y un tambor para participar del redoble, el buen sabor del vino de la tierra y la degustación de las típicas viandas del momento, como las empanadas, los panecicos, el mojete, el bacalao, las habas o los típicos caramelos hellineros, de gran fama y prestigio.
En estos días todo parece confabularse para que el visitante se encuentre con una ventana abierta al pasado, con una climatología excepcional, mediterránea, y en el entorno de un casco antiguo rebosante de historia y monumentos, que se extiende a través de un sugerente laberinto de callejuelas serpenteantes.
Pero el redoble genera la verdadera magia de las tamboradas, a través especialmente de la de Miércoles Santo, en la que participan miles de niños, muchos de los cuales son iniciados por primera vez en el rito ancestral del tambor; de la de Jueves Santo, en la que uno queda hechizado viendo cómo los tamborileros redoblan toda la noche sin descansar hasta el día siguiente, cuando se recoja la procesión al mediodía; y la de Sábado de Gloria, en la que llama la atención la destacada participación de la mujer hellinera. De cualquier forma, aun con estas peculiaridades, las calles se llenan durante estos días de tamborileros de todas las edades, millares y millares, que inundan con sus elegantes túnicas negras la geografía de un marco histórico que estremece a través de sus imágenes y vivencias a cualquiera que la visite, y sin duda a cada uno de los que han nacido en Hellín, «La Ciudad del Tambor».
La Tamborada de Hellín tiene la declaración de Interés Turístico Nacional y ha sido elogiada en numerosas ocasiones. Sus tamborileros ostentaron la representación exclusiva del Pabellón de España, como símbolo de la totalidad de las tradiciones españolas, en la clausura de la Exposición Universal de Sevilla, V centenario. Su majestad el Rey D. Juan Carlos, interpretó con sus manos un alegre y simbólico redoble dedicado a los tamborileros hellineros.
En numerosas ocasiones los tamborileros de Hellín han sido reclamados o autorizados para participar en acontecimientos destacados. Es tal la importancia del tambor para éstos, ya que sólo disfrutan de esta tradición durante la Semana Santa, que sólo se han permitido hacerlo fuera de su entorno, a pesar de las numerosas invitaciones, en momentos muy representativos y señalados, entre los que cabría destacar, como una simbólica muestra, la emotiva misa dedicada a los tamborileros de Hellín en la Catedral de Santiago de Compostela, a donde acudieron en peregrinación con motivo del Xacobeo’93, o su participación, con 350 tamborileros, en la Naumaquia a Isaac Peral de Cartagena, un increíble concierto urbano que rememoraba las antiguas batallas navales dirigido por el compositor de prestigio internacional, Llorenç Barber.
Anualmente los tamborileros de Hellín acuden masivamente a la celebración de las Jornadas Nacionales de Exaltación del Tambor y el Bombo, precisamente creadas en esta ciudad, que una vez al año tienen lugar en un punto diferente de España, y que sirven como vínculo entre los tamborileros de todo el país.
Participar de las tamboradas hellineras es remontarse a la magia de los siglos, envolverse en un sonido transformador, convertido en todo un rito, y vivir como protagonista una fiesta que participa de una curiosa alegría lúdica, que se complementa de forma maravillosa con la sobriedad y el luto de la Semana Santa más tradicional, con su rica imaginería religiosa.
Hellín en estos días es sin duda un abrazo, una invitación al milagro, a la vivencia de una tradición que una vez conocida jamás podrá ser olvidada.
Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.