«El maya nunca adoró a Jehová o al Hunab ku, sólo hacía concentración física y mental en cuevas y riscos con la cual pudo conectarse con la suprema potencia universal (hunab ku) hasta que la conquista le quitó esa costumbre y le inculcó las creencias religiosas con fuerzas inquisitoriales y denigró para siempre al indígena de la Pre-América, perdiendo su facultad pura de contacto con la energía de quinta dimención (Hunab Ku).
Deseando que se respetara las creencias del indígena para así en el futuro hubiera una fusión de las creencias, dando como referencia al mensaje de Jesús «el Príncipe del amor». Así como Jesús el Mayab tuvo su avatar, Tiquinche, que después pasó a ser Halach, ya que llegó a dominar la ley sobre la materia que en otras palabras es la polarización de la materia».
Don Félix tal vez no vivió para ver su deseo hecho realidad, pero hay que darnos cuenta que nosotros somos los hijos del sexto sol, somos la fusión de ambas filosofías, nuestras tradiciones ancestrales están vivas, en nuestro ADN poseemos la mezcla del europeo y el indígena. El mensaje de los europeos nos ha llegado, Jesús fue amor, para llegar a dios el camino es el amor, nuestros ancestros nos enseñaron el amor y armonía entre la madre tierra/seres vivos que la habitan y que el hombre fue hecho para ser un dios, un creador… ése fue su gran legado.
No caigamos en la retorica razón y entablar diálogos interminables sobre historia, los hechos, el resultado de los vicios de los pueblos del mundo… la dualidad es interminable.
La respuesta está en los hechos presentes y futuros, es como aquel hijo adulto que culpa a sus padres por los vicios heredados, cuando éste ya tiene la conciencia necesaria para cambiarlos.
Nosotros debemos ser el cambio que queremos ver en el mundo.
Fuente: Textos recopilados de las páginas web Luz de Ilunum y Sieteluces, además de los canales de youtube Luz de ilunum y Editorial Sieteluces, textos propios y/o recopilados por el escritor e investigador José Antonio Iniesta Villanueva.